Esta actividad es idonea para realizarla en una sala ultravioleta, ya que los personajes del cuento seran dibujos pintados en cartulina blanca y pintados con rotuladores fluorescentes, para aumentar su color, cuando lo veamos en la sala con las luces ultravioletas.
En esta actividad, necesitaras la colaboración de otro maestro para ayudarte en la actividad, ya que un solo maestro no puede con todos los muñecos o marionetas y estar pendiente de los niños.
CUENTO:
“El sapo egoísta”
Después de mucho tiempo, por fin,
había llovido y un gran charco había brotado de la nada. Un sapo grande, con cara seria y de
pocos amigos, se acomodó allí para dormir una siesta. Pasaba por el lugar una pata con
cinco hermosos patitos.
Al ver el charco, corrieron a tomar
un poco de agua.
- Un momento- grito el sapo-. Este es
mi charco.
- Solo íbamos a tomar un poquito de
agua-. explico mama pata.
- No podéis. Ya os he dicho que este
es mi charco.
- Es que el lago está un poco lejos y
mis cinco patitos tienen mucha sed- Volvió a explicar mamá pata.
- ¡BAAAAAAAASSTTTAAAAA! – Gruño el
sapo y abrió tan grande la boca que los cinco patitos se pusieron a llorar.
- ¡ SAPO EGOISTA! ALGÚN DÍA TE ARREPENTIRAS-. Dijo la pata enfadada y continuó su camino.
El sapo volvió a acomodarse para
dormir la siesta, pero cerró solo un ojo y el otro lo dejo abierto para vigilar
su charco. De pronto en el agua se escuchó un “¡PLAF!” y un montón de gotitas
cayeron sobre él y lo despertaron.
- ¡Hola, Don Sapo!- Saludo una linda
ranita mientras chapoteaba.
- ¡Sal inmediatamente de mi charco!-
Chilló el sapo.
- ¡Ay! ¡Qué mal genio tienes! ¿Puedo
por lo menos tomar un poquito de agua?
- ¡NOOOOO! Ya te he dicho que no
- Te arrepentirás, sapo egoísta- Dijo
la ranita y se fue saltando.
Estaba el sapo acomodándose
nuevamente cuando se acercaron dos pajaritos. Antes de que pudieran meter las
puntitas de sus picos en el charco, para poder tomar un poquito de agua, el
sapo dio un gran salto y con su fea y ronca voz gritó:
- No quiero más visitas molestas.
Este es mi charco. ¿Me habéis oído bien? ¡MI CHARCO!- Grito más fuerte aun.
Los
pajaritos se fueron volando. El lago estaba un poco lejos pero valía la pena
llegar hasta allí, donde la pata, los patitos, la rana y los pájaros tomaban
agua y jugaban alegremente.
El
sapo se quedó solo durmiendo su siesta, porque cada vez hacia más calor. Tanto
calor que el charco se secó.
El
sapo se despertó y sintió mucha, mucha sed.
- DESAPARECIÓ MI CHARCO. ¡Voy a morir
de calor y de sed! ¡Fui un tonto sapo egoísta y gruñón! Se lamentaba y,
avergonzado, se puso a llorar.
Tan
fuerte era su llanto que se pudo escuchar hasta en el lago, donde todos los
animalitos jugaban felices.
- ¡Está llorando el sapo egoísta!-
Grito la ranita
- Vamos a ver qué le pasa- dijo mamá
pata.
Todos
corrieron y al llegar, vieron que el charco ya no estaba y que el sapo egoísta
ahora parecía triste y enfermo.
- Te llevaremos hasta el lago- Dijo
la ranita
- ¿Me llevaréis con vosotros?-
Pregunto asombrado el sapo.
- Sí- dijo mamá pata-. Vendrás con
nosotros. No está bien dejarte solo aquí, muriéndote de sed y de calor.- Es que
yo fui un sapo muy malo, no tendríais que portaros bien conmigo.
- Creemos que ya has aprendido la
lección- Dijeron los pajaritos.
- Tenéis razón. De ahora en adelante
nunca más seré egoísta. Vosotros me habéis enseñado lo importante y hermoso que
es compartir. ¡GRACIAS, AMIGOS!
Y así se fueron todos
juntos a disfrutar el agua fresca del lago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario